22.1.12

 Un caso real

Terminamos de comer el equipo, el jefe de equipo y yo. Mi jefe y yo nos acercamos a la barra de aquel restaurante de menús baratos. Él dirigió su voz hacia la camarera:

- Niña, ¿cuándo te vas a acercar a que te haga una entrevista de trabajo?

- Si es que no tengo tiempo, estoy siempre trabajando aquí.

- Pídele permiso a tu jefe, mujer, que ya verás como es para bien.

- ¡Pero si yo no entiendo de telefonía!

- ¡Pero para eso te formaríamos!


Mi jefe sonreía con mirada picaresca, y me daba un codazo. Acercándose a mi oido me dijo:

- Con ese par de tetas no veas si tiene que vender. Va a vender hasta a mi madre...

- ¡Sí, ya lo creo! - Le contesté yo fingiendo que me parecía muy gracioso que se burlara de la dificultad de mi profesión reduciéndola a un par de pechos y que tratara a esa joven de manera tan indigna.

Es obvio que mi jefe no sabía nada de mí, no pudo leer los informes de año y medio de experiencia que le entregaron mis anteriores jefes, si así fuera, sabría que no se puede insultar de esa manera al único empleado que tiene que no hace su trabajo por dinero sino por el placer de hacer las cosas de la manera correcta.

Esa chica finalmente decidió hacer aquella entrevista de trabajo. Espero que me haya sustituido y que tenga mucho éxito, éxito, éxito, cueste lo que cueste.

Sobre mí

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Siempre he estado interesado en la comunicación y en las relaciones sociales, así que en 2001 comencé estudios universitarios de Psicología en Jaén y Nancy (Francia). En 2007 decidí emprender una nueva trayectoria profesional en el mundo de la comunicación y ventas. Simultaneé mi primer empleo como Agente Comercial con estudios de Comercio y Marketing. Pero la vida da un montón de vueltas y este cajón es muy pequeño. Conclusión, me he probado ya cien máscaras y todas me resultan incómodas.

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