Siendo como eres fabulosa
bestia de papel
las arrugas de tu ceño fruncido
tienen el semblante del folio
cuando cierras el puño sobre él.
Cuando cerraste el puño sobre mí, en cambio
las palabras perdieron su significado
y las arrugas fueron las que hablaron;
buscaba, con la cabeza envuelta en la papelera,
palabras que aún vivieran, respuestas
que dieran sentido al martirio
a la guerra abierta
a la bragueta bajada de furia
al deseo enfermo de dolerme el costado de nuevo
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