_
De entre todas las lamentables caricias,
la que yo más anhelo
es la encendida caricia del fuego,
sus lenguas seductoras
pronuncian chasquidos de lamento.
Inextinguible, tiembla mi deseo
y ardo por saltar sobre él.
No pienso en el dolor, no es eso.
Me imagino alcanzando sus besos,
traspasando la sensación de advertencia,
desafiando al más hondo grabado del miedo
y deduciendo las esquivas ondas con los dedos.
¡Tales son las premisas imposibles
que en el amor yo espero!
_
7 comments:
De todos los horrendos castigos,
el que menos te deseo
es el glacial azote del hielo,
sus astas destructoras
gritan tintineos risueños.
Aunque se funda, no olvides tu miedo
y evita deslizarte, empero.
Piensa en la anestesia, traidora.
Recuerda huir de sus cuchillos,
no confiando en tu reflejo,
sin dejar que lo tranquilo y liso
atraviese raudo piel y cuello.
¡Así es ese cristal licuante
que enviaría quien te quiso!
Un aplauso para ephe, te ha salido chulísimo!!
Acabo de introducir una fotografía, en el impresionante monitor de Pedro, se ve genial. Es curioso como causa efecto hipnótico el fuego, hasta en fotografía.
Yo es que ya no sé que decir. Me quedo pasmao cada vez. Que eres un clásico ya te lo he dicho. ¿Me voy a atrever a meter los sucios dedos del análisis en una claridad tan tersa que casi me huye de tan imperceptible, la mu jodía?
Pues no, la verdad; no me da la gana.
Epe... uf.
Son unos poetas enrevesados. Entonces no entiendo por qué tanta apatía en Murcia cuando les tocaba leer algo.
Es que somos un grupo muy raro, porque apenas nos hemos visto; entonces tenemos la confianza que da la palabra, pero no la que dan los gestos, el tono de la voz, la manera de andar o de mirar las cosas...
Lo dices por este poema? Lo encuentras enrevesado? Porque para enrevesados de verdad tengo otros mucho peor.
Post a Comment